La primera vez que un Beagle me miró a los ojos descubrí que esta raza cariñosa, dócil y buena es uno de los máximos exponentes de amistad entre hombre y perro. Me decidí a criarlos para poder disfrutar de su excelente compañía, y los gratos momentos que estos perros dan, son inigualables, será por su cariño, por su vitalidad, sus colores llamativos y definidos, por sus ojos tristones...tienen algo especial. En el comienzo de esta aventura, me acompañarían seis hembras y un macho de los mejores afijos de España. Entonces muchas amistades quisieron algún cachorro de las camadas que iba sacando, de talla standard pequeña, con lo que me decidí a afrontar el apasionante reto de criar esta noble y singular raza.
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